09 de octubre de 2011 - Diario La Repùblica
El jueves último, la ministra de la Mujer, Aída García Naranjo, cruzó el Rubicón y sorteó con éxito a sus opositores en el Congreso, particularmente a los fujimoristas que esperaban que su presentación fuese el preámbulo de su caída. No ocurrió. Es cierto que García Naranjo cometió varios errores, entre ellos, tal vez el más importante, no acudir de inmediato al distrito Redondo, en Cajabamba, Cajamarca, epicentro de la intoxicación que dejó el saldo de tres menores muertos. Pero pasar de este trágico suceso a la censura de la ministra es intentar aprovecharse políticamente de un hecho lamentable, sin tomar en cuenta el dictamen pericial químico- toxicológico de la Policía, el cual concluye que la intoxicación se produjo porque el recipiente en el que se cocinaron los alimentos tenía rastros de plaguicidas artificiales utilizados en las zonas rurales.
Lo curioso es que el abanderado de la interpelación fue el congresista Alejandro Aguinaga, responsable del criminal plan de esterilización impuesto en el gobierno fujimorista que arrebató a miles de mujeres la posibilidad de ser madres. Los testimonios de las víctimas de este crimen impune han sido publicados por nuestro diario y el caso sigue pendiente de resolución en la Comisión Interamericana de DDHH. El fujimorismo sabe que este gobierno, y en especial la ministra, se ha comprometido a que las denuncias sobre este repugnante hecho no queden en el anonimato y que los responsables sean llevados ante la justicia. Ahí puede estar una de las explicaciones del frenesí con el que acometieron el pedido de la interpelación y de la censura: querían exhibir como trofeo la renuncia de la titular del Mimdes.
García Naranjo se encargó además de recordarles a los seguidores del ex dictador que en 1999, cuando Aguinaga fue ministro de Salud fujimorista, ocurrió en el pueblo de Tauccamarca, Cusco, la trágica muerte de 24 niños por envenenamiento. Ninguno de los fujimoristas que hoy han salido como los nuevos guardianes de la moral hicieron algo por las familias de los menores, las cuales –doce años después de este doloroso suceso– aún esperan justicia.
Más allá, sin embargo, de haber capeado el temporal, la ministra tiene como reto inmediato llevar adelante la reorganización total del Pronaa, una institución salpicada por escándalos de corrupción y en la que las licitaciones se asignan según los pagos de los proveedores. Según nuestra información hay empresas que se mueven en la sombra y llegan hasta los comités de compras para ser los favorecidos en las adjudicaciones. Una garantía de que la reorganización del Pronaa va en serio es el hecho de que esta difícil tarea ha sido encomendada al viceministro del Mimdes, Eduardo Ballón, investigador de Desco, experto en temas de descentralización y un profesional que se caracteriza por la honestidad, austeridad y seriedad en sus trabajos.
Mientras tanto, la ministra no debe olvidar a las familias de Redondo. García Naranjo es una mujer inmersa en la política desde muy joven. Es de izquierda –de ahí también la persistencia con la que fue atacada por la prensa fujimorista y de derecha–, ha estado en primera fila contra las pasadas dictaduras y ha desarrollado una intensa campaña a favor de los derechos de las mujeres y de las minorías. No obstante, esto no la exime de asumir responsabilidades políticas como producto de sus errores o por hechos que ocurran en su portafolio. Hizo bien por ello en ofrecer sus disculpas públicas desde el Congreso a las familias del pueblo de Redondo. Una buena forma de salir de la polémica y retomar el intenso trabajo social que le espera. No olvidemos que la inclusión social es la clave de este gobierno.
García Naranjo: la censura que no fue
El jueves último, la ministra de la Mujer, Aída García Naranjo, cruzó el Rubicón y sorteó con éxito a sus opositores en el Congreso, particularmente a los fujimoristas que esperaban que su presentación fuese el preámbulo de su caída. No ocurrió. Es cierto que García Naranjo cometió varios errores, entre ellos, tal vez el más importante, no acudir de inmediato al distrito Redondo, en Cajabamba, Cajamarca, epicentro de la intoxicación que dejó el saldo de tres menores muertos. Pero pasar de este trágico suceso a la censura de la ministra es intentar aprovecharse políticamente de un hecho lamentable, sin tomar en cuenta el dictamen pericial químico- toxicológico de la Policía, el cual concluye que la intoxicación se produjo porque el recipiente en el que se cocinaron los alimentos tenía rastros de plaguicidas artificiales utilizados en las zonas rurales.
Lo curioso es que el abanderado de la interpelación fue el congresista Alejandro Aguinaga, responsable del criminal plan de esterilización impuesto en el gobierno fujimorista que arrebató a miles de mujeres la posibilidad de ser madres. Los testimonios de las víctimas de este crimen impune han sido publicados por nuestro diario y el caso sigue pendiente de resolución en la Comisión Interamericana de DDHH. El fujimorismo sabe que este gobierno, y en especial la ministra, se ha comprometido a que las denuncias sobre este repugnante hecho no queden en el anonimato y que los responsables sean llevados ante la justicia. Ahí puede estar una de las explicaciones del frenesí con el que acometieron el pedido de la interpelación y de la censura: querían exhibir como trofeo la renuncia de la titular del Mimdes.
García Naranjo se encargó además de recordarles a los seguidores del ex dictador que en 1999, cuando Aguinaga fue ministro de Salud fujimorista, ocurrió en el pueblo de Tauccamarca, Cusco, la trágica muerte de 24 niños por envenenamiento. Ninguno de los fujimoristas que hoy han salido como los nuevos guardianes de la moral hicieron algo por las familias de los menores, las cuales –doce años después de este doloroso suceso– aún esperan justicia.
Más allá, sin embargo, de haber capeado el temporal, la ministra tiene como reto inmediato llevar adelante la reorganización total del Pronaa, una institución salpicada por escándalos de corrupción y en la que las licitaciones se asignan según los pagos de los proveedores. Según nuestra información hay empresas que se mueven en la sombra y llegan hasta los comités de compras para ser los favorecidos en las adjudicaciones. Una garantía de que la reorganización del Pronaa va en serio es el hecho de que esta difícil tarea ha sido encomendada al viceministro del Mimdes, Eduardo Ballón, investigador de Desco, experto en temas de descentralización y un profesional que se caracteriza por la honestidad, austeridad y seriedad en sus trabajos.
Mientras tanto, la ministra no debe olvidar a las familias de Redondo. García Naranjo es una mujer inmersa en la política desde muy joven. Es de izquierda –de ahí también la persistencia con la que fue atacada por la prensa fujimorista y de derecha–, ha estado en primera fila contra las pasadas dictaduras y ha desarrollado una intensa campaña a favor de los derechos de las mujeres y de las minorías. No obstante, esto no la exime de asumir responsabilidades políticas como producto de sus errores o por hechos que ocurran en su portafolio. Hizo bien por ello en ofrecer sus disculpas públicas desde el Congreso a las familias del pueblo de Redondo. Una buena forma de salir de la polémica y retomar el intenso trabajo social que le espera. No olvidemos que la inclusión social es la clave de este gobierno.
1 comentario:
Los fujimontesinistas no tienen sangre en la cara, con eso de que mataronmenos o no fue contra su voluntad, la verdad es necesario tener siempre nuestra MEMORIA VIVA como aquella: que en 1999, cuando Aguinaga fue ministro de Salud fujimorista, ocurrió en el pueblo de Tauccamarca, Cusco, la trágica muerte de 24 niños por envenenamiento. Ninguno de los fujimoristas que hoy han salido como los nuevos guardianes de la moral hicieron algo por las familias de los menores, las cuales –doce años después de este doloroso suceso– aún esperan justicia.
Siempre que es necesario recordarles y comentarlos para que el pueblo tenga siempre presente
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