domingo, 16 de enero de 2011

La mechadera del tío George

La mechadera del tío George
Mar, 11/01/2011 - 05:00

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.Por Nelson Manrique

El enfrentamiento entre Mercedes Aráoz y Jorge del Castillo (JDC), sobre si este irá o no en la lista parlamentaria del Apra, expresa tensiones largamente acumuladas. Mientras Alan García estuvo residiendo en París Del Castillo fue su más hábil y leal operador. A diferencia de otros apristas, él tuvo claro siempre que el Apra no tenía ninguna chance de ganar sin García y su lealtad fue recompensada cuando éste volvió al poder. JDC fue encumbrado en el gobierno y desde la PCM se desempeñó con gusto como escudero de García.

En el camino usufructuó ampliamente los beneficios económicos que el poder le brindaba, como pudo constatarlo el marino Ponce Feijóo –el presidente de BTR, la empresa responsable de los chuponeos de los petroaudios– cuando fue a visitarlo a su residencia en El Golf: “Quedé impresionado, era un departamento de lujo. Pensé: ‘La política tiene sus beneficios’” (EC, 9/1/11). Se trata de un departamento situado en San Isidro, valorizado en medio millón de dólares, que JDC canjeó con el empresario Vera Gutiérrez por uno situado en Surco, valorizado en 170 mil dólares. Se ha acusado a JDC de haber intercedido en el Congreso a favor de la minera Monterrico, de Vera Gutiérrez, en un proyecto de reducción de pagos de regalías.

¿En qué momento se jodió el tío George? Según García, cuando hizo que se viera al Apra como un partido corrupto, lo cual es endilgarle todo el mérito de lo que en realidad fue una hazaña colectiva. Allí están las visitas aún no explicadas de Mirtha Cunza, la secretaria personal de García, y de Luis Nava, el secretario de Palacio, a las suites de Fortunato Canaán en el hotel Country. En realidad –y esto se puede comprobar revisando la secuencia de los acontecimientos–, JDC cayó en desgracia cuando pretendió hacer una carrera política independiente, cosa que no le agradó a García. Según Ponce –en la entrevista que he citado líneas arriba–Canaán conversó en sus suites con Rómulo León y JDC sobre la candidatura presidencial de éste para el 2011. Como en las buenas películas de la mafia, Ponce nos deja con las ganas: “no diré más hasta el inicio del juicio oral”.

En política las coincidencias existen, pero son raras. Es llamativo que el marino Ponce Feijóo, quien ha guardado un hermético silencio durante los dos años que lleva en prisión, sea repentinamente entrevistado por EC y acceda gustoso a hablar, aportando información claramente destinada a hundir a JDC. Ponce no sólo ha hablado de la reunión de JDC con Canaán y León y de sus signos exteriores de riqueza, sino ha revelado que éste le pidió que chuponeara a Fernando Rospigliosi (que hizo públicos los petroaudios) y que “estaba desesperado” por saber quién había interceptado a León. El propio JDC reconoció en una entrevista que se reunió con Ponce para pedirle que le ayudara a descubrir a los chuponeadores (EC, 5/12/11).

Las declaraciones de Ponce son un misil con ojivas múltiples. Hablando sobre los actos de corrupción de Rómulo León afirma que informó al Apra “a través de los mismos intermediarios y canales que usé con el candidato García en la campaña presidencial del 2006”. La frase cobra sentido cuando se recuerda que Gustavo Gorriti ha denunciado en su libro Petroaudios que el 2006 el entonces candidato García recurrió a Ponce Feijóo para que chuponeara a Ollanta Humala, faena recompensada cuando García llegó al poder ascendiendo al marino a contralmirante, a pesar de que ya había pasado al retiro. Cuando Ponce trae esto a colación –ahora que su juicio se aproxima– busca recordarles a los interesados que tiene mucho por contar, y que su silencio está en venta. Algo semejante hizo Rómulo León meses atrás, cuando recordó cien correos electrónicos que le envió García y que se “perdieron” en su disco duro.

Ya anteriormente las filtraciones sobre los petroaudios se utilizaron para ablandar a JDC cuando pretendió ser candidato presidencial contra la voluntad del boss. Es de esperar que esta semana García –con música de mandolinas de fondo– le haga una oferta que no podrá rechazar. Mechita debiera comenzar a aprender a bailar tarantelas.

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