sábado, 22 de enero de 2011

Editorial - Violencia contra escolares

Editorial- Diario La República del 22-01-2011

Violencia contra escolares

No deben quedar inadvertidos los porcentajes proporcionados por una encuesta puesta en circulación hace pocos días, según los cuales un 34% de estudiantes de centros educativos manifiesta haber sido objeto de acoso por otros estudiantes y un 63% de maestros interrogados sobre esta realidad declaran que el problema no es de su incumbencia.

Hace apenas tres meses el país se enteró, conmocionado, del caso del estudiante Clinton Maylle (14), postrado en el Hospital del Niño como resultado de una brutal golpiza que le fue infligida por compañeros del colegio nacional Micaela Bastidas, que lo hicieron víctima de burlas, maltratos y humillaciones por ser provinciano, hasta que uno de ellos lo arrojó al suelo causándole una lesión a la columna que tal vez lo deje parapléjico.

Se ha visto la violencia escolar desde una perspectiva en la que las precarias condiciones sociales de ciertas áreas urbanas, la tensión provocada por la existencia de pandillas y las duras condiciones de vida han sido utilizadas como ejes invariables para el análisis de los conflictos escolares. Es posible que estas causales intervengan, pero no bastan para explicar por sí mismas el aumento de la delincuencia infantil o juvenil.

Otra cosa es que la escuela pública, como institución, es vulnerable en múltiples sentidos. Por lo general, no recibe del Estado los recursos que necesita no solo para cumplir con su labor de enseñanza sino para hacer de ellas comunidades pacíficas y creativas, en las que el aprendizaje sea posible en condiciones de seguridad y la educación que se imparta implique la convivencia sin violentismo y también la práctica de la democracia, opuesta por definición a cualquier tipo de trato discriminatorio.

La escuela debe ser un lugar de equidad y de justicia, un centro de entrenamiento de una futura ciudadanía responsable. No basta, por lo mismo, con castigar a los autores de hechos vandálicos. Es necesario que los maestros se impliquen, e impartan principios que condenen cualquier tipo de violencia interpersonal, en especial aquella que se extiende a ritmo acelerado y que es conocida por su nombre inglés de bulling y de cyberbulling cuando se vale de las nuevas tecnologías –celulares e Internet– para difundir el acoso, la intimidación y la agresión física o sexual entre escolares.

Y a las víctimas hay que pedirles que no callen, que denuncien los hechos a sus padres y maestros, pues es el único modo de librarse de infiernos como el que sufrió Clinton Maylle, quien habló solo cuando sus agresores lo habían sometido a una brutalidad que gravitará sobre su vida. Pedimos al Ministerio de Educación instaurar una jornada anual contra la violencia escolar en los centros educativos, en la que los profesores traten con los alumnos el problema, pues en estos casos la prevención siempre es mejor que la sanción.

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