Juan Carlos TaffurDirector del Diario 16

La Columna Del Director | Enero 12, 2011 APRA VA PERDIENDO MUNICIONES La profunda crisis surgida en el APRA a partir de la guerra a muerte declarada entre Mercedes Aráoz y Jorge del Castillo, más allá del desenlace final que tenga –ello recién se podrá saber este domingo-, ha generado un daño irremediable.



Difícilmente, por más que se utilice con descaro los recursos públicos en el tramo que resta para las elecciones, el aprismo va a poder trepar por encima del 10%. Y si la zozobra y los ataques mutuos persisten, no es improbable que el resultado sea aún más deslucido.



La hipótesis que desde Palacio se manejaba, la de lograr asegurarse una bancada importante y decisoria, no parece posible. Ello tendrá consecuencias importantes para efectos de la gobernabilidad futura.



Por lo pronto, no les alcanzará para guarecerse políticamente de las investigaciones que corresponderá emprender respecto al sinfín de casos de corrupción que a lo largo de estos cinco años se han acumulado y de muchos otros que, desvanecido el blindaje judicial (fundamentalmente en el Ministerio Público), policial y parlamentario, saldrán, sin lugar a dudas, a la luz pública.



Pero lo más importante es que no tendrán fuerza política para jaquear al gobierno entrante. Uno de los mayores riesgos para la gobernabilidad del 2006 al 2011 era la conjunción de grupos parlamentarios dispuestos a hacerle la vida imposible a quien ocupase la Presidencia de la República. Fundamentalmente, el aprismo y el fujimorismo, los cuales seguramente iban a prolongar la alianza tácita que han puesto de manifiesto estos últimos años.



Entre Toledo, Kuczynski y Castañeda (aunque éste apunta a ir desplomándose de a poquitos), lograrán colocar el suficiente número de parlamentarios que, dadas las coincidencias programáticas, estarán llamados a ponerse de acuerdo para asegurar que las fuerzas disolventes no logren sus propósitos.



El caso de Humala es particular. Por cierto, su línea programática disiente radicalmente de los tres mencionados, pero más allá de algunos arrebatos, han demostrado en estos cinco años haber actuado responsablemente. Serán oposición, pero no los vemos en el plan desestabilizador y pro impunidad que sí tendrían el aprismo y el fujimorismo.



Es una buena noticia para el país que el intento de García de sembrar candados en diversas instituciones públicas, tal lo hizo en 1990, se frustre. Ya perdió la batalla en las elecciones municipales. Lo mismo le ha sucedido en la Corte Suprema, donde César San Martín es garantía de independencia. Ahora perdería la munición parlamentaria. La democracia saldrá ganando.

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