martes, 8 de noviembre de 2011

Salomón Lerner: “Reducir la justicia a las libertades personales es insuficiente”

Salomón Lerner: “Reducir la justicia a las libertades personales es insuficiente”

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Una mirada profunda a nuestro entorno y a las encrucijadas del mundo moderno bajo el lente del filósofo y ex presidente de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Salomón Lerner Febres.

– Hannah Arendt, en una carta dirigida a Gerhard Scholem, define sus inquietudes filosóficas en una frase: “Yo quiero entender”. ¿Usted cree que el sentido de esa frase pudo motivar a los miembros de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) en su tarea de esclarecimiento de los actos de violencia ocurridos en el Perú durante las dos últimas décadas del siglo XX?

– Yo diría que sí. El fin último de nuestro trabajo era entender, y para ello resultaba necesario conocer. Esta última tarea implicó tomar conciencia de un evento desconocido y ocultado por diversos motivos, como políticas de Estado, indiferencia social, la prevalencia de una concepción que toma como premisa el “mirar hacia adelante” o una percepción sobre la memoria que se presenta como un obstáculo para el desarrollo.
Luego de percibir esos acontecimientos, surgieron varias interrogantes vinculadas a la labor de entender lo ocurrido: ¿por qué estos hechos se produjeron?, ¿tienen un sentido?, ¿se inscriben o no dentro de una historia?; ¿las responsabilidades sobre lo ocurrido se agotan en quienes intervinieron directamente, o nos llevan a cuestiones históricas?
Como señalé antes, para poder entender era necesario conocer e investigar los hechos del pasado, y ésa es la razón por la que se creó la CVR, que tuvo desde el inicio un sentido moral, pues debía evaluar conductas humanas.

Las causas que generan actos violentos

– ¿Cuál es el origen de las crueldades y qué lleva al hombre a practicarlas?
– Esta pregunta trasciende lo ocurrido en el Perú y nos lleva al origen de la crueldad en el hombre y en la historia. Veamos lo que pasó en Alemania. Allí se pudo apreciar el maltrato a las minorías, bajo una visión del “hombre inferior” que marcó el comportamiento frente a los judíos y gitanos, así como la falta de compasión traducida en la eliminación de personas y torturas. Peor aun: como señaló Hannah Arendt, el mal se banalizó y los ciudadanos alemanes se volvieron indiferentes frente a los actos de barbarie ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial.
Como señalan los psicoanalistas, en estas situaciones aflora una pulsión tanática, que se combina con una suerte de miopía moral por la que se busca un fin que debe ser alcanzado sin importar los medios para hacerlo. En este caso la finalidad es el poder, que resulta ser inagotable, que nunca se satisface. En el pensamiento de Nietzsche, como lo hace ver Heidegger, está presente la idea de la voluntad que es infinita y que, por tanto, se busca permanentemente. Frente a esta idea, todo aquello que interfiera en sus planes es negativo, malo e infravalorado, por lo que acciones crueles aparecen como normales.
Así, pues, pudiera ser una manera sesgada de entender la finitud humana por la cual ciertas personas o ideologías piensan a los otros, a quienes no consideran iguales, como prescindibles, reservándose para ellos la verdad y la superación de la historia, creyendo que las normas morales pueden ser establecidas de acuerdo con su manera de ver el mundo. Habría allí una especie de trauma metafísico y moral que se debería estudiar.

– Las políticas de violencia y destrucción han sido practicadas por varios gobiernos y dictaduras en muchos países del mundo. El Perú no ha sido la excepción: la situación de violencia padecida costó la vida a miles de peruanos a manos de las organizaciones terroristas y los miembros de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiales. ¿Existe alguna explicación filosófica que justifique por qué existe tanta crueldad en el mundo y qué motiva a los hombres a producir crímenes de lesa humanidad?

– La crueldad puede tener distintas justificaciones, pero no por ello deja de ser crueldad. Por ejemplo, los hechos de violencia ocurridos en el Perú y su justificación ideológica fueron muy distintos a lo que pasó en Argentina, Chile y Guatemala. En los dos primeros de estos países, los mayores causantes de la violencia fueron agentes del Estado, mientras que en el nuestro el principal responsable fue una organización enfrentada al Estado.
En términos ideológicos, mientras que en el resto de América Latina primaban movimientos de liberación nacional inspirados por la Revolución Cubana y la lucha de clases, en el Perú actuó un grupo fundamentalista que tomó al pie de la letra la idea “marxista-leninista-maoísta” de la revolución mundial. Para Sendero Luminoso, la lucha armada en el Perú era el primer paso de la conversión ideológica de su líder, Abimael Guzmán, en sucesor de Mao.
En relación con la magnitud de la crueldad, tomando en cuenta el concepto de “asesinato administrativo en masa”, es necesario recordar que quienes operan de esta manera desde el Estado no creen realmente en el sistema democrático que les ha permitido llegar al poder de una manera temporal y tienden a creerse indispensables. Al sentirse amenazados por movimientos violentistas que tratan de quitarle al Estado el monopolio del ejercicio de la fuerza, estos gobernantes dan una respuesta desmesurada. Ello es aprovechado por muchos de los grupos subversivos, pues buscan que el Estado pierda legitimidad con la comisión de violaciones de los derechos humanos.
Por eso el Estado debe pensar adecuadamente su respuesta frente a los grupos subversivos. De no hacerlo, puede generar más daño a los ciudadanos, al utilizar, además de fuerzas entrenadas para combatir, a su propia población. Esto puede llevar a extremos en los que el Estado promueve el terrorismo y contagia a su pueblo la inmoralidad de sus acciones.

– Si la crueldad tiene como sustento al egoísmo, ¿tuvo razón Nietzsche al formular que “el hombre es un ser egoísta”? ¿Cómo entender ese egoísmo?

– Hay que entender la concepción del hombre delineada por Nietzsche. Para él, el verdadero hombre es aquel que va a venir, el “superhombre” anunciado por Zaratustra, aquel en el que el poder se traduce en creación y uso. Es el arte y no la guerra el fenómeno que explica al superhombre, quien finalmente constituye una voluntad, con un gran yo, que avanza en su creación artística y la celebración de la vida.
La superación del hombre antiguo no significa su exterminio; es, más bien, un movimiento filosófico de denuncia del platonismo, así como del cristianismo como platonismo popular. Por ello, hay que leer con mucho cuidado a Nietzsche y comprenderlo en su verdadera dimensión.

– ¿Se pueden diferenciar los crímenes causados por egoísmo de aquéllos generados por crueldad?

– Es un tema que merece un estudio detenido. Los crímenes por crueldad pueden generarse por una conciencia pervertida a través de supuestas verdades, que nos eximen de la labor de pensar y ponderar la gravedad de nuestros actos. En ese caso habría una suerte de egoísmo transferido por parte de quienes se sentían los fundadores de “un imperio de mil años” a los seres humanos comunes y corrientes. En el fondo, se trata de un ser humano enajenado y con falta de conciencia moral.

– ¿Qué ideas aportó la filosofía de la liberación en el trabajo de la CVR?

– Considero que ningún movimiento filosófico influenció en la labor de la Comisión. Sin embargo, es necesario señalar que existía un equipo de filósofos con el que me reunía todas las semanas para intercambiar opiniones sobre la tarea de la CVR. Allí discutíamos a partir de nuestra formación y a la luz de los hechos que se descubrían. Este grupo elaboró —y esto se encuentra pendiente de edición— un glosario de términos vinculados con el trabajo de la Comisión sobre verdad, justicia, reconciliación, culpa, revolución, crueldad, entre otros conceptos.
Los filósofos que participaron en este grupo de apoyo a la CVR provenían de distintas canteras y coincidíamos en que el tema central era enfrentar la búsqueda de una verdad de carácter moral, marcada no solo por la exactitud en la descripción de los hechos, sino también por su comprensión de las causas y responsabilidades de lo ocurrido.
Además, se discutió sobre la memoria, sobre la necesidad de una comisión y sobre una serie de temas de filosofía social, a la luz de la compleja situación del país que, como se sabe, está marcada históricamente por la exclusión, la discriminación, la debilidad de la democracia y la ineficiencia del Estado y de los poderosos.

Concepciones de justicia

– ¿Cómo deben actuar la justicia y el poder en beneficio de la persona y la sociedad?
– Considero que el poder que no está regulado e impregnado por la justicia no es un auténtico poder y pierde sus riendas. Desde Montesquieu se ha señalado que el poder debe articularse en forma tal que pueda compartirse, y para ello deben establecerse pesos y contrapesos. Desafortunadamente, en mi país muchas personas sostienen que el poder se concentra en el Poder Ejecutivo, lo que no es cierto. Incluso los integrantes del Partido Aprista, cuyo líder es el ex Presidente de la República y que tienen una fuerte tendencia al caudillismo, señalan que el Poder Legislativo es el primer poder del Estado. Y el Poder Judicial está obligado a encarcelar al Presidente si éste actúa mal. Sin embargo, en muchos países se desconoce a las autoridades judiciales y se tiene una imagen de poder concentrada en el Ejecutivo.
La justicia debe vigilar y fiscalizar al poder para controlar la desmesura a la que tiende. Una de las primeras víctimas de la voracidad del poder es la justicia, y ello ocurrió muchas veces en el Perú. Durante el gobierno de Alberto Fujimori, muchos miembros del Poder Judicial se vendieron al poder Ejecutivo; solo fueron excepción algunas figuras muy respetables. De ahí que deban reformarse los sistemas de justicia para que los nombramientos de sus miembros no se sujeten al poder político.

Justicia sin justicia

– En Alemania existen estudios que demuestran que durante el Tercer Reich se cambiaron pocas normas jurídicas. Sin embargo, dichas modificaciones fueron suficientes para producir grandes y graves injusticias. ¿Usted cree que nuestro sistema jurídico se presta para producir injusticias?
– Yo diría que sí. Por ejemplo, el código napoleónico simplemente barrió con todas las leyes precedentes y abrió un nuevo mundo en el campo jurídico.

– Si aceptamos que el problema de la injusticia es el reflejo de un sistema que no logra concretar una concepción de justicia que considere la idea de la vida buena, entendida ésta como la razón de ser del hombre y de su comunidad tanto en su dimensión ética como política, entonces hablamos de un problema del sistema. Pero ¿es realmente un problema del sistema, o algo que nace de la falta de conciencia del hombre? ¿Qué nos puede decir al respecto?

– Hay un terreno que no ha sido mencionado y que se encuentra en la raíz de lo que usted señala: la educación. Si existe y se mantiene una educación que es mera instrucción y que además es de mala calidad, los valores, la justicia, la vida buena y lo social no pueden cobrar sentido.

– ¿Qué papel deben cumplir la justicia y la moral en el cambio del nuevo entendimiento del mundo?

– La justicia y la moral deben cumplir un rol primordial, lo que no significa, por cierto, que se contradiga a la técnica o que una persona se convierta en un asceta o se dedique estrictamente a dar sermones.

– ¿Qué criterios podrían formularse para acciones humanas responsables?

– Kant mencionó el “imperativo categórico”, y otro criterio es el de la alteridad que se me impone, que me hace responsable y que, haciéndome responsable, funda mi libertad. Coincido con Levinas cuando no coloca a la responsabilidad como consecuencia de la libertad, sino a la inversa. Dado que soy un sujeto responsable, gozo de la libertad y, además, tengo el deber de ser libre.

Justicia, sociedad y pobreza

– Según la CVR y su propio parecer, ¿cuáles fueron las causas de los actos de violencia ocurridos en el Perú?
– En el Perú, dichas causas no se encontraron solo en la ideología, sino también en un pasado de exclusión, de discriminación, de falta de reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y de los pobres.

– La pobreza es uno de los problemas más significativos y su solución es fundamental para respetar los derechos fundamentales de las personas. En ese sentido, ¿puede la pobreza producir tanto odio que lleve a realizar actos de violencia?

– La pobreza en sí misma no produce odio. Este sentimiento es generado por las ideologías que se revisten del manto de defensa de los pobres; éstos finalmente son utilizados por quienes enarbolan estas banderas. La pregunta podría plantearse de otra manera, es decir, si la riqueza puede producir tanto odio que puede crear un resentimiento social muy grande contra los ricos que son indiferentes.

– La concepción occidental de justicia que se impuso en tiempos coloniales en los países latinoamericanos —en particular, en el sistema jurídico— produjo una serie de injusticias. La concepción moderna de justicia da prioridad y protege sobre todo las libertades. ¿Cree usted que reducir la justicia a salvaguardar sobre todo las libertades personales basta para ejercerla?

– Creo que reducir la justicia a las libertades personales es insuficiente para ejercerla. La justicia es un concepto, una virtud dialógica, que no se puede aplicar simplemente pensando en el individuo sino también en las relaciones entre los seres humanos.

Justicia y cultura

– En los textos constitucionales de Bolivia y Ecuador se han incorporado algunos conceptos para valorar más a sus culturas ancestrales. En el Perú existen diferentes concepciones sobre justicia y derecho. ¿Ha tomado en cuenta la CVR el sentido de justicia presente en esas concepciones?
– La CVR tomó en cuenta el sentido de justicia utilizado por las comunidades, que no contraviene a la justicia estatal y que en muchas ocasiones ha funcionado mejor que ésta. La justicia formal no ha llegado a estas comunidades y sus miembros han sancionado a los criminales con penas y elementos propios de su comunidad, luego de lo cual se lograba la reinserción del criminal. Es necesario estudiar aun más estos sistemas de justicia, analizar su funcionamiento y considerarlos dentro de una mirada más amplia de la justicia, que vaya más allá de las leyes dictadas por el Congreso.

– ¿Cómo integrar en un país multicultural la idea de la vida buena?

– Es necesario explicar que la vida buena no asume los mismos rasgos en todas las personas y en todas las culturas. Sin embargo, sí tiene en todos los casos un común denominador: la sensación de que es posible ejercer derechos. Es posible tener una vida mejor si se accede a educación, salud y a un trabajo digno, en igualdad de oportunidades.

– ¿Está el “hombre de la globalización” mejor preparado ante los grandes problemas de la vida?

– No lo creo. Globalización es una palabra muy usada y no ha borrado la discusión sobre quiénes globalizan y quiénes son los globalizados. Y si se entiende a la globalización como sinónimo de tecnología, si bien ésta puede servir para facilitarnos la vida, también puede ayudar a empobrecerla. En la campaña electoral que acaba de terminar hemos visto, por ejemplo, cómo la gente puede llegar a sacar lo peor de sí misma a través de las redes sociales. Se ha demostrado entonces que, a pesar de los avances tecnológicos existentes, no solo no se ha mejorado en la escritura o la ortografía, sino también en el terreno de las ideas o del respeto a los demás. Y en muchos casos estamos hablando de personas jóvenes. – Sin embargo, hoy se sigue discutiendo la idea del “hombre de la globalización”. Existe un rechazo sobre él, pues se le concibe como mero seguidor de modelos de comportamiento y consumo. Dicha oposición se encuentra en todos los países. En Europa se construyen “muros invisibles” y existe la tendencia de separarse del resto del mundo, como lo revela el caso de las leyes migratorias emitidas en los últimos años. ¿Qué piensa al respecto? – La globalización acompañada de xenofobia, nacionalismos y muros constituye una paradoja o una incoherencia tremenda. Quizá ello se deba a que la lógica que prima en el proceso de globalización es la económica, y eso se ve en el surgimiento de nuevas empresas e incluso de universidades-empresa. Pero deben ser los elementos culturales los que sean tomados como punto de partida para impulsar este proceso.

El Estado debe pensar adecuadamente su respuesta frente a los grupos subversivos. De no hacerlo, puede generar más daño a los ciudadanos, al utilizar, además de fuerzas entrenadas para combatir, a su propia población. Esto puede llevar a extremos en los que el Estado promueve el terrorismo y contagia a su pueblo la inmoralidad de sus acciones.

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– Sin embargo, hoy se sigue discutiendo la idea del “hombre de la globalización”. Existe un rechazo sobre él, pues se le concibe como mero seguidor de modelos de comportamiento y consumo. Dicha oposición se encuentra en todos los países. En Europa se construyen “muros invisibles” y existe la tendencia de separarse del resto del mundo, como lo revela el caso de las leyes migratorias emitidas en los últimos años. ¿Qué piensa al respecto?
– La globalización acompañada de xenofobia, nacionalismos y muros constituye una paradoja o una incoherencia tremenda. Quizá ello se deba a que la lógica que prima en el proceso de globalización es la económica, y eso se ve en el surgimiento de nuevas empresas e incluso de universidades-empresa. Pero deben ser los elementos culturales los que sean tomados como punto de partida para impulsar este proceso.
Función de la Comisión de la Verdad y Reconciliación
– Las ideas del “perdón” y del “nuevo comienzo” presentadas por Hannah Arendt fueron tomadas en cuenta por la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica. Según Elisabeth Young-Bruehl, en su libro Why Arendt Matters, estas ideas se convirtieron en principios guía para el Estado sudafricano. ¿Han influido estas ideas del “perdón” y del “nuevo comienzo” en la CVR del Perú?
– Podríamos discutir sobre estos conceptos, pero la CVR peruana no tenía dentro de sus premisas básicas el perdón. Se le admite como una gracia personal por parte de la persona agraviada, que puede ser otorgada libremente, pero no debería anular la acción de la justicia. En Sudáfrica no cambiaron las cosas en relación con la situación de los criminales y aquéllos que fueron sus víctimas. Hubo victimarios que dijeron “yo pido perdón” y se fueron a tomar whisky. Probablemente como salida política, en ese contexto complicado, era lo aconsejable. Pero en el Perú no lo era. Yo considero que la justicia tiene que ser ejercida en lo social y no puede reducirse a una mera relación entre personas.
– El recuerdo como proceso colectivo solo tiene sentido cuando víctimas y responsables participan en ese proceso y dicha experiencia puede posibilitar una vida futura. ¿Cómo lograr eso?
– Es difícil que los militares acepten sus culpas. También lo es que los fanáticos que conformaron Sendero Luminoso lo hagan, aun cuando el propio Abimael Guzmán ha señalado que debían llegar a un “acuerdo de paz”. Hay algunos sectores sociales que son reticentes al recuerdo y a la memoria; en algunos casos, porque probablemente existan responsabilidades no asumidas plenamente. A pesar de ello, el trabajo de la CVR ha activado un proceso de memoria que va a tomar tiempo.
– ¿Nos podría precisar cuál es la diferencia entre memoria y recuerdo, dado que existe una discusión sobre esta materia?
– La memoria supone el recuerdo conocedor. El recuerdo tiene un alcance más particular y menos profundo que la memoria. Ésta no solo trae al presente el pasado, sino que supone un punto de partida para una comprensión y dignificación del pasado y, por tanto, se constituye en un medio para ayudar a curar heridas. El recuerdo, en cambio, al partir de una experiencia personal, no resulta objetivo. De ahí que se hable de una memoria colectiva y ética, en la que se rescata a aquéllos que sufrieron y se les dignifica como seres humanos. La memoria es un acto que no solo se realiza en el presente, sino que tiene efectos en el pasado.
– Friedrich Nietzsche señala que el hombre, por naturaleza, olvida todo. ¿Es correcta esa observación?
– Habría que precisar la idea. Nietzsche señala que no debemos contentarnos con lo que ha pasado, y en ese sentido hay un “espíritu de venganza contra el tiempo y su pasar”. Pero, de otra parte, afirma que el futuro, que es el campo por donde debe avanzar la voluntad triunfante a través del arte, no puede prescindir de lo ya conquistado, de lo que ya ha pasado, porque si esto ocurre ella perdería consistencia; de ahí que sea necesario que el pasado regrese: es el fondo de la doctrina del “eterno retorno de lo mismo”.
– La CVR planteó una serie de recomendaciones en el 2003 y propuso un conjunto de reformas institucionales para garantizar la paz social en el país. Sin embargo, los gobiernos que sucedieron a su labor no cumplieron con aplicarlas. ¿Por qué la indiferencia frente a estos temas, y qué impide a los gobiernos poner en práctica estas recomendaciones?
– Esta indiferencia se produce por la existencia de intereses políticos, institucionales y personales. Por parte de la población, aún existe cierto grado de desconocimiento sobre lo ocurrido.
Existe voluntad de implementar el Programa de Reparaciones, pero en forma incompleta. A pesar de que la CVR recomendó reparaciones morales y materiales, individuales y colectivas, se pretende evitar un mea culpa por parte de las Fuerzas Armadas. Existe un discurso, liderado por Keiko Fujimori y Rafael Rey, que conduce a una suerte de fanatismo y dogmatismo y que lleva a hacer pensar que aquellas personas que defienden el trabajo de la CVR son senderistas, en la medida en que éstas se estarían poniendo en contra de la otra parte comprometida, que son los militares. Para Rafael Rey, monseñor Cipriani y Keiko Fujimori, todo intento de atribuir responsabilidades fundadas en los militares es senderismo, y hay una vocación fanática en ello.
– ¿Qué lección se puede aprender de la violencia en el Perú?
– Hay muchas, y las podemos leer en los informes publicados.
– Hay personas que piensan que su moral es muy fuerte: se sienten seguras de sí mismas y señalan que no es necesario tratar de recordar el pasado. Sin embargo, usted sí le da importancia a éste. ¿Por qué?
– El ex vicepresidente Luis Giampietri es una de esas personas. Pero yo le doy importancia al pasado, porque sin él no estaríamos aquí, ni sabríamos quiénes somos, ni haríamos planes hacia el futuro. Renunciar a nuestro pasado sería renunciar a nuestra identidad, porque es absolutamente todo. Paradójicamente, quienes señalan que hay que olvidar el pasado son los primeros que lo recuerdan. Intención pedagógica
– Su trabajo no terminó con la entrega del Informe Final de la CVR, sino que continúa con una labor importante de difusión y respeto de los derechos humanos. ¿Sigue usted la experiencia del pueblo judío, que mantiene presente el recuerdo?
– Puede decirse que sí. La experiencia del pueblo judío la siento mía porque mi padre fue judío. Por otro lado, siempre me interesó el tema de la Shoah, y por ello también me duele lo que ocurre hoy con el pueblo palestino. Sin embargo, creo que la tarea de la que hablamos es una cuestión de carácter universal. No hay que tener determinada procedencia para saber qué hay que hacer cuando se actúa contra la dignidad humana.
Para Hannah Arendt no se trata de superar el pasado sino de ser y estar consciente de él.
– Exactamente. No se trata de superar el pasado, sino de aceptarlo e incorporarlo a nuestra experiencia.
– Hay quienes piensan en una justicia global. ¿Qué piensa Salomón Lerner?
– Es un buen concepto. Existe una aspiración global hacia la justicia, entendida como lo señala Aristóteles: “Dar a cada quien lo que le corresponde”. No hay que considerar la justicia solo referida al ámbito de las personas concretas, sino también como principio guía para las sociedades y las comunidades. El difícil camino desde la injusticia
– ¿Cómo se puede concebir la justicia en un contexto como el peruano?
– La justicia implica respeto a la dignidad de los hombres. Exige reconocimiento de ésta, presencia y protagonismo dentro de la vida social, así como la marcha conjunta hacia el gozo de la vida buena y una actitud siempre alerta frente a las injusticias. Si bien éstas se van a seguir produciendo, lo importante es qué hacemos para luchar contra ellas.
No hay democracia si no se respetan los derechos fundamentales. El fenómeno de la exclusión en el Perú no es actual y constituye un gran problema. ¿Qué hacer? ¿Es un problema económico, o mental?
– Esta pregunta es difícil de responder. Diría que se presentan los dos factores. En un cierto sector de personas existe un problema de mentalidad, donde los prejuicios reinan. Así, vemos a un ex candidato presidencial, Pedro Pablo Kuczynski, que señala que “a las personas que viven a más de 3.000 metros de altura les faltaba oxígeno”, o al ex presidente García, que habla del “perro del hortelano” o de “culturas panteístas y atrasadas”.
Pero también es un problema económico, porque la experiencia demuestra que, en determinados sectores, personas que surgieron de abajo y logran una determinada posición económica son aceptadas por quienes antes los excluían. Lo doloroso es que, en varias ocasiones, aquéllos que son aceptados aplican el trato poco inclusivo que sufrieron.
La exclusión ha generado una baja autoestima en quienes la padecen. A su vez, estas personas dan por sentada dicha situación y consideran que hay quienes tienen más derechos que ellas. Durante las Audiencias Públicas celebradas por la CVR, un ciudadano que contó el drama que había vivido terminó diciendo “ojalá que algún día llegue a ser peruano”, pues no se sentía como una persona con derechos. Varios políticos contribuyen con este clima de envilecimiento. Por ejemplo, durante la última campaña electoral la candidata Keiko Fujimori decía: “Vamos a seguir regalando buzos y zapatillas y desayunos escolares”. Si se trata así a la gente y se le acostumbra a este tipo de dádivas, se la prostituye.
Podemos señalar también que existe una dimensión educativa en todo esto. Hay que formar mentes que sean capaces de responder a este problema.
– Una situación complicada se produce con las personas que ya cumplieron su condena y, al ser liberadas, probablemente estén en los mismos lugares en los que ocurrieron los crímenes. ¿Cómo se puede lograr que la vida de las víctimas sea soportable en este tipo de situaciones?
– Esta disyuntiva aparente es real. Sin embargo, no puede restringirse los derechos de personas que fueron sentenciadas y cumplieron con una pena dictada en un juicio justo. Se requiere un trabajo social apoyado por el Estado y otras instituciones para propiciar este entendimiento. No sabemos a priori si una persona que ha estado en la cárcel ha variado de manera de pensar, ni se puede dejar de lado el dolor de las víctimas. Hay que ir preparándonos para una situación que será cada vez más común, y entender también que quienes ya cumplieron con su pena no pueden llevar eternamente el signo de Caín.
– ¿Qué imagen del ser humano tiene Salomón Lerner, considerando su propia experiencia?
– La imagen que tengo se aproxima a la expresada en el pensamiento de Emmanuel Levinas. Conforme adquiero más edad, me reafirmo como una persona que tiene conciencia de sí, que se siente privilegiada por ello y que, en ese sentido, es única en tanto individualidad. Y siendo único, comparto mi existir con la persona que está a mi lado. No soy absolutamente dueño de mi propio ser, desarrollado a lo largo de los años, pues no puedo desprenderme del contexto histórico, social y familiar en el que he nacido. Yo tengo una historia, un pueblo, un cuerpo que es difícil separar de mi espiritualidad.
Soy además un ser de relación y de diálogo. No puedo pedir para mí lo que no puedo reconocer de los otros para sí. Siendo diferente, debo tener una conducta que responda por mí. Respondo por mí cuando respondo por los otros, cuando el otro se parece a mí como un compañero coexistente.
Existen, creo yo, determinados ámbitos de encuentro que son fundamentales y constituyen el espacio público, que significan la legitimación de una organización para que pueda ser orientada al bien común, al reconocimiento y al ejercicio de los derechos.
Soy, además, una persona de 66 años de edad, cuyo tiempo de vida es limitado. He visto personas que se sienten inmortales; pero fallecen. Hay que recordar lo que los aurigas les decían a los generales triunfadores romanos: “Recuerda que eres mortal”.
Latinoamérica
– ¿Qué opina del camino seguido por Bolivia, que reivindica su cultura ancestral, y hasta qué punto esta orientación puede servir para el Perú, a puertas de iniciarse un nuevo gobierno?
– Creo que se nos ha vendido una idea de algunos países ajena a la verdad. En su momento, el presidente colombiano Álvaro Uribe era presentado como un excelente gobernante, pero en el fondo tenía muchas similitudes con Fujimori. Afortunadamente, su sucesor, Juan Manuel Santos, no se parece mucho a él.
En el caso de Bolivia, no se menciona mucho que es uno de los países que más ha crecido económicamente. La reivindicación de una identidad aimara y de sus valores está bien, pero si se comete errores, deben señalarse.
En nuestro caso, reconocer lo ancestral es reconocer lo que somos, nuestra propia identidad.
Europa
– Finalmente, ¿cómo explica los nuevos surgimientos de la extrema derecha en Europa, con nuevas políticas autoritarias que afectan la vida en la sociedad europea?
– Esta situación se produce porque incluso los partidos socialdemócratas se han dejado seducir por las economías de mercado. En España, el gobierno del PSOE ha terminado pareciéndose mucho a uno del Partido Popular.
El resurgimiento de los nacionalismos a contrapelo de la globalización remarca, en forma violenta, el rechazo tradicional de unos pueblos a los otros. Incluso la religión está ingresando a terrenos que no son los suyos. En el Perú tenemos la experiencia de nuestro actual cardenal, Juan Luis Cipriani, que se introduce en política de mala manera. Se viene alentando una oposición sorda entre religiones, a partir del ascenso de los fundamentalismos cristianos e islámicos, cuestión que hay que saber manejar.
A ello se suma que hay opciones políticas bastante decepcionantes, como las de Sarkozy y Berlusconi, así como la crisis económica en Europa. Hay países que ya están pensando en retirarse del Euro. Sin embargo, la burbuja financiera en los Estados Unidos persiste, se sigue creyendo en los calificadores de riesgo; y en el supuesto país del capitalismo, el Estado tiene que salvarlo por no aceptar el sistema regulatorio.

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