martes, 15 de noviembre de 2011

Ollanta: los días que vienen


Ollanta: los días que vienen

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El presidente Humala llega a los cien días de su gobierno con la puesta en marcha de Pensión 65, una de las promesas bandera de  la campaña que lo llevó a Palacio de Gobierno. Otras ofertas cumplidas son el aumento de la remuneración  mínima vital  en su primer tramo (el segundo debe salir en enero próximo), el impuesto a las ganancias mineras y la promulgación de la Ley de Consulta Previa que estuvo archivada por cinco años. Lo del gas del lote 88  para el mercado peruano –que debía lanzarse en estos días– sigue en compás de espera. Las negociaciones con el consorcio de Camisea, pese a los esfuerzos del gobierno, aún no arrojan un resultado concreto por la reticencia de uno de los socios del conglomerado empresarial. Es verdad que cien días es un periodo  corto para juzgar el gobierno de OH, pero sí, tal vez, el suficiente para hablar de alguno de los desafíos que tiene por delante en los más de 1,500 días que le quedan. Y, claro, también de sus errores.
El informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) –Desarrollo Humano 2011– plantea un reto al   presidente Humala, mucho más cuando la inclusión social es el eje central de su discurso. El documento revela la enorme desigualdad social que existe en nuestro país, lejos por supuesto de las cifras oficiales que exhibía García a cada momento para decirnos que el “Perú avanza”. Lo concreto es que tenemos un 19,9% de pobres multidimensionales, lo que nos ubica, como país, en el antepenúltimo lugar.
 A diferencia de los que nos dicen los defensores del modelo, el estudio del PNUD recuerda que la cobertura de un consumo mínimo –pobreza multidimensional– no es sinónimo de que las personas dejen de ser pobres. Son familias en las que están ausentes la educación, la salud y  un adecuado nivel de vida. El Nobel de Economía Amartya Sen propone que los Estados deberían preocuparse por contribuir a establecer una especie de primer piso en el que los niños tengan las mismas oportunidades de aprendizaje  y desarrollo , y luego en una segunda fase cada uno avance según su capacidad o inteligencia.  Hoy en el Perú millones niños no reciben una educación adecuada que los prepare para la universidad o una carrera técnica. La desnutrición y la mortalidad infantil siguen siendo uno de los males de nuestros infantes, y las familias viven en condiciones extremas, con viviendas de estera y sin servicios de agua y electricidad.
Otro desafío son los conflictos sociales que tiene en camino, en su mayoría vinculados al medio ambiente. El más reciente es el proyecto minero Conga que enfrenta a los comuneros de Celendín con la minera Yanacocha. Pero más allá están los de Puno, Arequipa, Cusco, Moquegua. Cada uno con su propia agenda. Hasta ahora el gobierno ha buscado hallar una solución a través del diálogo, pero aún no sabemos cómo reaccionará cuando veamos a los campesinos tomar las carreteras.
Los puntos débiles de este gobierno están en lo político. Los escándalos de corrupción que afectan a varios de sus congresistas y el caso Chehade han mellado su mensaje de lucha anticorrupción. El Presidente ha preferido responder estos casos con twitters y hablando poco, en un estilo opuesto al de su antecesor, pero, tal vez, sus asesores deberían decirle que hay momentos en los que un líder o un presidente no puede esconderse en el mutismo. El caso Chehade requiere una solución política porque empaña su actividad como gobernante. Tal vez el camino esté en lo que plantea Javier Diez Canseco en licenciar a su segundo vicepresidente hasta que concluyan las investigaciones en el Congreso y la Fiscalía. Lo que no puede hacer es obviar el problema. Hasta el próximo domingo.

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