miércoles, 2 de febrero de 2011

La campaña de Keiko

La campaña de Keiko
Mié, 02/02/2011 - 05:00
La República 02-02-2011
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Por Antonio Zapata

La campaña de Keiko Fujimori atraviesa un momento de inflexión, que la obliga a definiciones. Está estancada en las encuestas y ha descendido del segundo al tercer lugar. Si las elecciones fueran hoy, no pasaría a segunda vuelta, desvaneciendo las esperanzas de los seguidores de Alberto Fujimori. El retorno quedaría postergado, posiblemente para largo. Por su parte, el ex presidente está internado en Neoplásicas y su salud parece estar nuevamente en problemas.

Hace unos meses Keiko estaba mejor situada y ha ido perdiendo filo, revelando una crisis de identidad en su perfil. La candidata ha emprendido una campaña light, buscando lucir como la joven del grupo, más fresca que el resto de candidatos tíos. Apunta al voto juvenil que acude por primera vez a las urnas. También evita el conflicto, incluso cuando los periodistas le ponen un dardo en bandeja, elude el golpe.

Asimismo, Keiko ha buscado trazar una línea divisoria con el montesinismo y no ha podido. La íntima comunión durante los diez años de mandato de su padre ha producido un entorno común. El personal político que trabajó con ambos es el mismo. No fueron dos grupos distintos en el gobierno de los noventa. En realidad, Montesinos era un operador de Fujimori; solo rompieron al final y por razones exclusivamente de táctica. Por ello, el zanjamiento de Keiko ha quedado en el aire, a pesar de retirar de la lista al encargado de la seguridad de Vladimiro, que ya estaba inscrito para candidatear por Puno.

Por otro lado, algunos fujimoristas duros parecen estar disgustados con una campaña tan poco combativa. Buscan colocar a Alberto Fujimori en el centro de la agenda. Desean que lo recuerden. Consideran que el ex presidente dispone de un caudal propio y buscan ponerlo en juego.

El grupo de la candidata enfatiza en su imagen de mujer moderna, que sonríe amablemente y es acompañada por un esposo que comparte las tareas familiares. Con respecto a su padre, ha declarado que lo visita acompañada de sus hijos, para que jueguen con el abuelito. Con ello, indica el puesto de retirado que le gustaría ver cumplir al ex presidente. En suma, ella cree que el vínculo demasiado estrecho con los noventa la perjudica y busca marcar su singularidad durante aquellos años. En ese sentido, ha reiterado que advirtió temprano sobre lo nefasto de Montesinos, aunque bastaron dos correos en Twitter del ex asesor para que no volviera a tocar el tema.

Así, Keiko busca desprenderse de las aristas más complicadas de la herencia paterna. Por otro lado, la otra tendencia del fujimorismo piensa exactamente al revés. Esta segunda apreciación opina que el prestigio que conserva Alberto Fujimori y el sentimiento de lástima por su situación son las armas que pueden rescatar la campaña del declive.

No están claros consigo mismos y las cosas se les complican. Andan cantando y haciendo poca política. No participan mayormente del debate y la candidata solo habla de seguridad. Esa liviandad los tiene terceros en un momento difícil, comenzando febrero.

Ahora empieza a calentar la campaña y, aunque nada está dicho aún, en pocas semanas llegará el momento de resolver los primeros lugares. El 20% que mantiene Keiko le permite pelear el pase a segunda vuelta. Para lograrlo, tiene que vencer al segundo, que hoy sigue siendo Castañeda. En ese caso, un desenlace posible es una disputa entre Keiko y Castañeda.

Como sostiene Mario Ghibellini en su programa radial, el conflicto por definir el segundo puesto es un clásico del sistema en dos vueltas. La vez pasada fue la campaña de García contra Lourdes, acusándola de ser la candidata de los ricos. En esta ocasión, la candidata Fujimori luce bastante desguarnecida. ¿Será la hora de Rafael Rey? ¿Para ello lo habrán subido a bordo? No vaya a ser que termine de hundirla.

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