jueves, 14 de julio de 2011

La negociación rusa

La negociación rusa

 
Por: Mirko Lauer
Nuevas declaraciones de autoridades rusas sugieren que las conversaciones de Alexis Humala se han ramificado demasiado como para desaparecer de la pantalla política, o incluso de la geopolítica. A la pesca y el gas ahora se han sumado energía nuclear y armas, en lo que ya constituye un impresionante impulso de iniciativa privada en movimiento.
Que capitales rusos quieran invertir en el Perú no debería sorprender a nadie. No solo porque ya hay algunas empresas operando sin problemas en el país, sino porque las publicaciones especializadas informan que son muchos en estos tiempos los empresarios rusos dedicados a transportarse con todos sus bártulos fuera de ese país.
Llama la atención, más bien, que Moscú empiece a interesarse recién ahora. Es cierto que este gobierno y el anterior no le dieron mucha pelota a Rusia, en parte por considerar que el único interés de ese país aquí era vender armas y equipos conexos. Ahora se abre la posibilidad de que quizás Alexis haya tenido mejor información.
Las reacciones de las autoridades rusas al escándalo suscitado en el Perú merecen atención. Ni se sienten participantes de un escenario ilegal o clandestino, ni dan a entender que lo sucedido sea el final de lo que podría llamarse un nuevo horizonte de relaciones comerciales ruso-peruanas. El escándalo los sorprende, no los desanima.
La URSS mantuvo en un tiempo intensas relaciones con el Perú, a partir del armamento que le compró el velasquismo por motivos geopolíticos. Rusia nunca recuperó aquí esa relación privilegiada. Más bien las cosas retrocedieron a partir de la aparición de un chavismo que utiliza a Rusia como contrapeso a EEUU en varios campos, armas incluidas, por supuesto.
Los capitales privados rusos no participaron activamente en la carrera internacional de los últimos dos decenios por los recursos y el mercado peruanos. La balanza comercial ruso-peruana es variada, pero consistentemente deficitaria para nosotros. En términos de volumen no ha sido un socio comercial de especial importancia.
Más allá de las implicancias institucionales, las reuniones de Alexis Humala sugieren un fuerte brote de interés ruso por la plaza peruana. Como si Moscú tuviera una lectura propia de lo que significa la llegada del humalismo al poder. Lectura que incluye la convicción de que no es preciso esperar a conversar con las autoridades constituidas en el Perú.
De modo que el presidente electo no solo tiene que resolver la peripecia del hermano Alexis de una manera convincente, y de preferencia permanente. También queda sobre el tapete el manejo futuro de las relaciones a todo nivel con un país tan importante y complejo como Rusia.

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