sábado, 16 de julio de 2011

Espinosa transferencia

Espinosa transferencia

 
Por: Mirko Lauer
¿Cuándo termina la transferencia del poder? Formalmente este jueves 28. Pero diversas circunstancias sugieren que ella podría alargarse. Pues lo que hubiera podido ser una simple pasada de posta va camino de convertirse en un detallado balance público de la gestión del gobierno saliente. Una tarea que no tiene visos de ser corta.
La llegada de Valentín Paniagua a la presidencia en el 2000 tuvo la forma de una restauración democrática luego de la debacle institucional del fujimontesinismo. Digamos que el balance del anterior gobierno se había iniciado en las calles y terminó en procesos judiciales, algunos de los cuales siguen su lento camino.
Alejandro Toledo recibió el gobierno sin mayores reparos al anterior. Después de todo era el mismo proyecto, y en buena medida la misma gente. Al nuevo presidente le interesó mucho más celebrar su llegada a Palacio que hacer balances del gobierno saliente. La continuidad democrática sin baches era un valor muy cotizado en ese momento.
La instalación de Alan García en Palacio no fue muy distinta de la de Toledo. El proyecto del nuevo gobierno era sobre todo diferenciarse todo lo posible de la atropellada primera presidencia de García. Lo cual significó un marcado acento en el protocolo y los modales democráticos, y nada de tirar la primera piedra.
Seguramente en estos dos últimos casos hubo críticas a los anteriores inquilinos del Ejecutivo, pero quedaron asordinadas por el entusiasmo de las nuevas iniciativas. Aunque pocos la mencionaban, la palabra de orden en el caso de García era la continuidad. Incluso Toledo recién reclamó la paternidad de muchas obras en su campaña del 2010-2011.
Ahora estamos ante una situación distinta. El país ve al nuevo gobierno como un cambio multifacético (sobre todo de ideas y de estilo) dentro del proceso democrático, y el humalismo parece decidido a reforzar esa idea. Por ejemplo, convirtiendo a la transferencia del poder en una mezcla de auditoría y juicio de residencia al gobierno saliente.
¿El proceso puesto en marcha por Kurt Burneo y relanzado por Marisol Espinoza, la zarina de la transferencia, ha sido la ejecución de un proyecto previamente acordado? ¿O es algo que brotó espontáneamente de la necesidad de mitigar los efectos del caso Alexis? ¿Es coyuntural o va a recorrer los 17 ministerios?
En cualquiera de estos dos casos, el proyecto es ambicioso, pues supone revelar los malos o pobres manejos de un Ejecutivo antes de tener una real experiencia administrativa en el asunto. Como la continuidad en estas cosas es inevitable, un celo prematuro puede terminar convertido en un búmeran. Por eso las denuncias suelen dejarse en manos de los congresistas.

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