viernes, 21 de septiembre de 2012

El Manejo del Enojo

El Manejo del Enojo


Estar enojado es lo habitual en las personas de carácter colérico, que son hipersensibles a la crítica, y que están en permanente oposición al curso natural de los hechos.
Estas personas tienen dificultades para adaptarse, no pueden renunciar a que las situaciones y las personas sean como son y pretenden cambiarlo todo.
Su actitud es de permanente lucha y siempre están dispuestas al ataque, están tensas, amargadas, tristes, pueden sufrir de distintas dolencias crónicas y por lo general viven frustradas por defender utopías inalcanzables.
El enojo también es una forma de manipular, cuando las personas que las rodean no hacen lo que ellas dicen o las contrarían en algo.
Estar enojado produce alteraciones en el funcionamiento del cuerpo; eleva la tensión arterial, el índice de cortisol en sangre y los radicales libres, que son los responsables del deterioro de los órganos y del envejecimiento.
El que se enoja está manifestando su desagrado, su incomodidad y su intención de dominar a las personas y a las situaciones.
Cada estallido de cólera desencadena un proceso en el cuerpo que puede producir serios trastornos de salud, inclusive ataques cerebro vasculares e infartos.
El carácter colérico es típico de la personalidad tipo A, que son las competitivas, las que desean destacarse, las hiperactivas, las que viven en forma acelerada, atropellan y no pueden disfrutar de cada momento.
Sus relaciones están basadas en el temor no en el afecto, o sea en el miedo a que se enojen y hagan un escándalo.
Existen técnicas psicológicas para revertir el hábito de tener reacciones iracundas y aprender a ser más tolerante, accesible y paciente; pero también hay que tener en cuenta que la base de la personalidad iracunda es orgánica, o sea forma parte del temperamento básico que por lo general se caracteriza por tener un nivel demasiado bajo de percepción de los estímulos y por un alto grado de irritabilidad y de sensibilidad.
Son personas que no pueden controlar sus emociones y descargan el cien por ciento de su bronca cuando sienten que las situaciones o las conductas de las personas los superan, cuando no se ajustan a sus expectativas.
Enojarse es posible y también saludable, cuando se puede controlar y no se convierte en una catarata de reacciones con el objetivo de hacer justicia.
La clave es el control, hasta qué punto me tengo que enojar sin que mi cuerpo sufra perturbación alguna y la situación se adueñe de mí y pueda malograr mi equilibrio.
Cuando nos enojamos la sangre fluye al rostro, el corazón late más aprisa, nos agitamos, la respiración se acelera y podemos sentir taquicardia o arritmias cardiacas. Todas estas manifestaciones físicas las podemos detectar sin mayor esfuerzo desde el primer momento, de modo que ni bien comenzamos a sentir los efectos del enojo hay que intentar detener este proceso, reflexionar y darse cuenta hasta qué punto ese gran enojo, que puede llegar a matar a una persona, realmente vale la pena.
De esa forma podremos comprobar que la mayoría de las veces, enojarse no es ninguna solución, al contrario, el enojo complejiza los problemas y crea otros aún peores.
Tomar las cosas con serenidad y tener la fortaleza de pensar antes de actuar para poder darle el valor que merece cada experiencia, es una actitud que se puede aprender rápidamente: siendo capaz de responder una sola vez en forma diferente y tener la oportunidad de ver los resultados.

Como reaccionar cuando te insultan o molestan


Siempre hay gente que tiene mucho tiempo libre para atormentar a otras personas. Ellos disfrutan de insultar a los demás o hacerles bromas, porque ellos mismos se sienten inseguros. Ellos están, obviamente, totalmente celosos de algo que tienes – tu aspecto, suerte o amigos y familiares.
Su objetivo es sentir placer viendo a la persona que ellos han insultado o molestado retorciéndose, sintiéndose incómoda o llorando. Su objetivo principal es obtener una reacción de la otra persona.

Sonríe

Y con tono amable le preguntas: “¿De verdad lo crees?, me han dicho que mi aspecto es muy agradable, pero tal vez tendré que cambiar mi estilo de peinado (o lo que sea que el matón haya notado)”. Haz esto cuando alguien te insulta o hace comentarios desfavorables sobre tu aspecto o tu ropa. Si no te dedicas a combatir el comentario de la persona, él o ella no tiene a donde ir y no tiene nada más que decir.
Recuerda que las palabras por sí solas sólo pueden hacer daño si lo permites.

No muestres que estás molesto


Cuanto más daño visible te hace, más insultos vas a recibir. El objetivo es hacerte daño, pero si no te presentas lastimado, va a parar. Ten confianza en ti mismo. A veces continuará por un tiempo, pero si demuestras que no te importa, con el tiempo se dará por vencido.
Contestar de mala manera con cualquier tipo de réplica sólo empeora la situación. Lo mejor es no responder en absoluto, sonreír y alejarse.
Si alguien dice algo insultante, la respuesta general es no hacerles caso. Si yo estuviera hablando a una pared, la pared no contesta, así que me aburro y dejo la pared sola. Si yo estuviera hablando a la pared y la pared de alguna manera, replica, voy a seguir hablando, porque sé que voy a obtener una respuesta. Lo mismo ocurre con los matones.

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